el Vodka Snow Leopard, al que son fieles gente como Stella McCartney, la Familia Real Inglesa o -y ojo que esto son palabras mayores- Vladimir Putin. Y ¿por qué fans de este y no de otro vodka? para empezar, porque se fabrica en Polonia con granos de espelta, el cereal padre de todos los cereales en grano, y que, además, se cultiva sin pesticidas. Su precio es algo así como cinco veces mayor que el de los trigos empleados en la elabración de este tipo de bebidas. Después resulta lo destilan cuatro veces. Sí. Ni una, ni dos, ni tres: cuatro. Eso os da una idea a quienes no lo hayais probado de cómo de exquisito es. Para colmo, de las ventas que se obtienen con este vodka se destina una buena parte a la preservación del leopardo de las nieves, uno de los felinos más raros del mundo y carne de cañón para los cazadores furtivos. Te podría dar más razones -como que es el vodka servido en las cenas de los mandamases rusos, por ejemplo-, pero creo que ya va quedando claro el concepto.
Para conseguir su sabor y su textura suave, se somete a cuatro destilaciones las cuales progresivamente van afinando este vodka.
La botella de Snow Leopard es alargada y estilizada. Sus colores y decoración nos sitúan a un leopardo en entre montañas heladas de forma elegante y delicada jugando con dos planos y dos texturas de vidrio.
En nariz, Snow Leopard nos presenta una clara nota alcohólica de notas dulces. En boca, el leopardo comienza a caminar de forma tan suave que sus 40 grados quedan perfectamente amortiguados por leves notas dulzonas del alcohol con leves notas de vainilla y anís. El paso por garganta es suave y su sabor es levemente persistente.
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