En licorería se utilizan los principios aromáticos y saborizantes obtenidos de distintas formas, desde la pura y simple maceración en alcohol vínico, o aguardiente, a la destilación de infusiones, para lograr las esencias o aceites.
La maceración es el procedimiento más simple y casero. Bastará que nos proveamos de un buen recipiente de cobre estañado o acero inoxidable, dotado de una tapa con cierre hermético para evitar las evaporaciones.
Luego habrá que desmenuzar finamente las sustancias aromáticas, mezclarlas y sumergirlas en el alcohol puro durante unas 10 horas si se traza de cortezas de frutos frescos, y de 15 a 30 días si se trata de plantas leñosas y secas.
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