Un vendedor de quesos entra en un establecimiento para intentar venderle sus productos, y empiezan a debatir sobre éstos.
El vendedor, un hombre de unos 60 años aproximadamente, y que llevaba toda su vida en la venta de quesos, era un gran especialista en ellos.
El propietario del establecimiento, que se dedicaba a la venta de embutidos y quesos entre otras cosas, también se las daba de experto.
Estuvieron debatiendo durante mucho rato y el vendedor, ya harto de escucharle, le propone hacer una apuesta, en la que se jugaban una considerable suma de dinero. El propietario del establecimiento acepta el reto.
Consiste en que el vendedor, con los ojos vendados, solamente con su olfato, podrá adivinar la denominación de origen de 10 quesos diferentes y además su composición.
Y empiezan la apuesta, se colocan en el mostrador 10 quesos de diferentes lugares, y el vendedor empìeza a olfatear: huele el primero y dice: éste es de Zamora, !00% puro de oveja, continua con el segundo: éste es de Burgos, 80% de cabra y 20% de vaca, el tercero: éste es de Valladolid, 70% de oveja y 30% de vaca, y así sucesivamente hasta que ya va por el octavo, y el vendedor le dice a su mujer: mira, éste tío nos va a ganar la apuesta, ponte en el final, retiramos el último queso, y tú te pones abierta de piernas, y que el tío olfatee, como no acertará, antes de que se quite la venda colocamos el décimo queso y ganamos, la mujer que se pone allí preparada.
Va por el noveno el vendedor: éste es de Ciudad Real, 80% de oveja y 10% de vaca y el otro 10% de cabra, ya entonces llega al supuesto décimo, empieza a olfatear; vuelve a olfatear, se queda pensando, vuelve a olfatear nuevamente y dice: creo que he perdido la apuesta muy a mi pesar, puesto que de éste queso no puedo determinar ni su denominación de origen, ni su composición, puesto que tiene muchos tipos diferentes de leche.
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