Este gran vino que tiene la transparencia del sol de nuestra España goza de una brillante historia, tal como podía esperarse de un vino de Andalucía.
Los viñedos de Noé tienen fama de haber empezado la crianza del vino, otros cuentan que fueron los árabes los que cultivaron las primeras viñas de la región, pero fueron los griegos, amantes de los gustos más cultivados, quienes hicieron un arte de la crianza del vino y lo introdujeron en Jerez.
Esta ciudad que se encuentra situada en un rincón del suroeste de España, tiene la suerte de contar con unas viñas que producen un vino distinto de todos los demás, un vino creado por los elementos naturales de su medio ambiente andaluz y forjado con historia propia. Porque Jerez fue una de las villas andaluzas más invadidas por romanos, vándalos, visigodos, sin olvidar a los infieles árabes, y hasta por los combatientes ejércitos de Napoleón y Wellington.
Cuando Andalucía cayó en poder de los árabes, las perspectivas de los criadores de vinos se presentaron sombrías, ya que la religión mahometana prohibía todo lo que oliese alcohol. Sin embargo, los criadores de vinos tuvieron que estar agradecidos a os árabes debido a que los conquistadores cuando se vieron metidos de lleno en medio de las más productivas viñas del mundo en aquella época, encontraron irresistible la tentación, y sin tardar mucho descubrieron el secreto de la destilación del alcohol de la uva. Este descubrimiento fue rápidamente asimilado por los jerezanos y sirvió posteriormente para la elaboración y enriquecimiento de otros derivados del vino de Jerez.
Inclusó el nombre tiene un halo magrebí, ya que en principio la comarca se llamó Scherich, transformado a través de los tiempos por los españoles de Jerez.
Cuando los árabes fueron expulsados en el siglo XIII por Alfonso X el Sabio, fue éste gran rey quien hizo de Jerez su frontera fortificada.Y fue este monarca quien orgullosamente lo renombró Jerez de la Frontera. No cayó más y su escudo de armas muestra las olas de infieles rompiéndose contra la roca de su residencia.
El rey Alfonso fue un gran protector del negocio de jerez, y los viñedos florecieron y se multiplicaron bajo su reinado. Los primeros comerciantes ingleses que se establecieron en Jerez lo hicieron en el siglo XV y fue a partir de aquel entonces,según testimonios escritos, cuando se empezó a embarcar jerez para Plymouth y otras ciudades inglesas. La Inglaterra isabelina mostraba su preferencia sobre todas las bebidas a su viejo Sacke, como llamaban al Jerez, una palabra derivada de la española sacar, exportar.
En el siglo XIX Andalucía fue asolada por la guerra peninsular. Por aquel tiempo los viñedos jerezanos fueron prácticamente destuidos y miles de galones que habían almacenados fueron requisados por el ejército de Napoleón, que ya contaba por aquél entonces, entre sus oficiales, con magníficos catadores de nuestros vinos.
Pocos fueron los exportadores que sobrevivieron a ésta guerra y a los numerosos saqueos que vinieron después. Sólo los más valientes amantes de ésta bendita tierra fueron los que consiguieron, a fuerza de grandes trabajos, restaurar de su abandono aquelas viñas que tanto habían producido anteriormente. Jerez tiene un suelo único y un clima extraordinariamente bueno para el cultivo de las viñas. Goza de suficiente lluvia en invierno y primavera, aunque antiguamente gozaba de mucha más, y de un sol radiante durante todo el verano para madurar las uvas.
Viticultura es el cultivo de la vid que comprende todos los aspectos hasta que las uvas van a la prensa, y es cuando da comienzo la vinicultura, que comprende dos tiempos, la vendimia y la crianza del vino.
En mayo se plantan las cepas, que muevas tardan de tres a cuatro años en dar buenos frutos, ya que hay que efectuar aproximadamente unas cuarenta labores, que comprenden desde la época que se planta el nuevo tallo hasta que aparece el primer racimo de uvas. El jerez se produce con dos variedades de uvas: la Palomino, que se cree es fruto de la primitiva cepa oriental, cuyas uvas son verdes pálidas y traslúcidas y se emplean como base para todos los tipos de jerez; y la Pedro Ximénez, que es excepcionalmente suculenta y dulzona y que cuando se fusona produce los jereces dulces.
Para la recogida de las uvas los viñedos se pueblan de hombres y mujeres, que van cortando los racimos con cuchillos de ancha hoja azul.
Las uvas se transportan luego en cestos al almijar, una amplia planicie situada delante de la prensa. Aquí las uvas se amontonan en pequeñas pirámides sobre esteras de esparto, como si fuera mullida alfombra. Generalmente, la vendimia da lugar a grandes fiestas en las que predomina el baile y e cante popular de la región.
El primer mosto es apartado primorosamente, se añade agua a los residuos que quedan en la prensa y se efectúa un uevo prensado, cuyo jugo es destilado para obtener puro alcohol vínico. La elaboración que viene después en el vino de Jerez podemos clasificarla en varios tiempos, el de la fermentación, en que aparece la flor de vino, eñ cabeceo y la selección de los mismos.
DIFERENTES TIPOS DE JEREZ
Generalmente existe una gama muy extensa en los vinos de jerez, pero nos atrevemos a afirmar que la base de ellos son los dos principales: finos y olorosos. Los finos son secos y ligeros. Tienen un color oro y pálido. Delicados y refrescantes al paladar.
Los amontillados son finos viejos, con más cuerpo y mas distinción. Son de color ámbar y tienen un sabor seco, pero muy suave.
Los olorosos significan literalmente fragancia. Tienen más cuerpo y densidad. Generalmente son más fuertes y más oscuros en color antes de su cabeceo. Son secos al paladar.
Medio dulces o abocados son olorosos fusionados con vinos dulces, muy adecuados para los paladares del norte de Europa.
Palo cortado, color ámbar. Sabor sustancioso y seco. Olor intenso, aterciopelado, pero agudo.
Pedro Ximénez, color caoba. Sabor muy azucarado. Olor frutoso, de pasa.
El vino de jerez es el que más se acomoda al paladar de todos los vinos y puede beberse en cualquier momento. Es uno de los pocos vinos del mundo que puede servirse como aperitivo, después del postre, o en la merienda, es digestivo y tonificante al organismo.