Este local ni más ni menos es la cocktelería más antigua de Europa.
En ella se han creado infinidad de cocktails.
Uno de ellos el Sidecar, se bautizó así por una anécdota muy graciosa. Fue por tributo a un cónsul norteamericano muy aficionado a coger grandes borracheras de coñac con zumo de limón, hasta el punto, que tenían que llevarselo al consulado una noche tras otra, y ¿como lo hacían?.
Pues ni más ni menos que en una moto con sidecar.
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