Son pocas las variedades de uva capaces de apadrinar vinos de calidad,en todos los continentes.
Si además,se estrecha el cerco a las tintas,la elección es incuestionable.
La cabernet sauvignon, se erige como reina,sinónimo de exquisitez en todo el planeta.
Bien es cierto, que sus matices son tan variados como su origen, en función de la región,del terruño o la climatología,
este tipo de uva desarrolla una personalidad propia, que más tarde contagiará ineludiblemente al caldo que derive de su jugo.
Sin embargo hay algo, que la hace reconocible al margen de la geografía: es una planta vigorosa con rendimientos no muy altos,
que se adapta muy bien a climas templados y poco húmedos.
Además, los racimos,poco compactos, tienen un tamaño medio, y sus uvas son más bien pequeñas,de color intenso y hollejos gruesos.
Los vinosquederivan de lacabernet sauvignon suelen ser secos,con cuerpo, alcohólicos,ácidos,de color violáceo profundo e intenso.
Regalan al olfato pinceladas florales (violetas,rosas),frutales, (arándanos,cassis,frambuesas,moras) y
vegetales (pimiento verde, café sin tostar).
En boca resultan sabrosos y con estructura.
Además, es esta una variedad con un elevado contenido tánico, que se comporta muy bien en las crianzas, lo que le otorga mayor
complejidad aromática.
En copa, es fácil reconocer ciertas notas a humo,cedro o regaliz. Un laberinto de fragancias.
El Médoc francés –zona vitinícola que inició su esplendedor en el siglo XVIII- fue el origen de la caberner sauvignon,con la queseelaboran
desde entonces los vinos más famososde la región, denominados crus.
Pero las bondades de esta uva llegaron pronto a oídos lejanos y a finales del siglo XIX ya había desembarcado en la Rioja,no fué hasta
los años 60 del pasado siglo que se introdujo en Catalunya.
Tiene una viveza exclusiva y un potencial de fruta muy amplio,con sabrosas notas a frutos rojos, a ciruelas y mermeleda.
Es muy goloso y alcanza la amplitud del paladar.
Al mismo tiempo, tiene poderío, pero a la vez esos taninos dulces y bien maduros, avainillados, con transfondo de regaliz,
que le dan una elegante estructura.
En definitiva podría describirse como un juego de equilibrios entre fruta, frescura y cuerpo.
Un caldo armónico que exige al catador un pronunciamiento.