Los “cellers cooperatius”,son auténticos templos del vino,vestigios arquitectónicos y con un criterio estético que aunaba el funcionalismo con la belleza de un modernismo tardío.Fueron diseñados incorporando todos los avances técnicos.
Además del interés que ofrecen para el aficionado,los edificios de las cooperativas modernistas, constituyen un patrimonio cultural que bien merece una visita.
Gracias a la reciente aprobación de una importante ayuda pública,algunos de estos edificios,considerados de interés artístico y cultural se reconvertirán proximamente incorporando espacios multifuncionales,en los que se integrarán museos dedicados al vino,aulas para talleres y catas e incluso salas en las que puedan celebrarse conferencias y conciertos.
Durante el primer tercio del siglo XX,superada definitivamente la crisis de la filoxera que arrasó las vides catalanas,las cooperativas agrícolas dieron un gran impulso a la producción de vinos y cavas,un sector considerado tradicionalmente como uno de los principales recursos agrícolas del país.
La importancia de las cooperativas,cuyo desarrollo promovió la Mancomunitat de Catalunya,se vio dinamizada por el avance de los conocimientos técnicos aplicados al mundo del vino y por la creación de unos impresionantes edificios agrícolas.
Estas maravillosas edificaciones modernistas,que alojan hoy en día a numerosas bodegas,se conocen como las catedrales del vino-
Unas definiciones que se refieren a las cooperativas de Gandesa y Pinell de Brai (Terra Alta),L´Espluga de Francolí,Pira y Montblanc (Conca de Barberá),Vila-rodona i Nulles (Alt Camp) y Falset (Priorat), entre otras.
Entre estos templos del vino destacan la cooperativa de L´Espluga de Francolí, obra de Pere Domenech i Montaner, y sobre todo, los numerosos edificios que proyectó César Martinell i Brunet.Este arquitecto,nacido en Valls en 1888, se especializó en construcciones agrícolas y fué un apasionado seguidor y amigo personal de Gaudí.
Por este motivo,las construcciones que llevan su firma se encuentran a caballo entre un gusto estético muy gaudiniano,un modernismo tardío y una concepción arquitectónica muy avanzada y que practicamente se podría definir como novecentista.
Martinell trabajó mano a mano con el ingeniero Isidre Camplloch para estudiar y aplicar soluciones arquitectónicas técnicas a las necesidades del mundo rural.
Así encontramos que estas catedrales del vino son basicamente naves de gran volumen y muy bien aireadas,con depósitos de vino en los que se introdujeron cámaras de aireación para evitar la transmisión del calor y aberturas para asegurar la evacuación de los gases de la fermentación.
Junto a esta vertiente arquitectónica y cultural,la importancia de las cooperativas como productoras y elaboradoras de vino continua muy vigente.
Las cooperativas constituyen una proyección de futuro y representan un sector moderno y dinámico, interesadfo al mismo tiempo en la conservación de un patrimonio arquitectónico y vitivinícola que forma parte de nuestra cultura.
Además múltiples galardones reconocen la calidad de los vinos y cavas cooperativos.